Adoro te Devote

Adoro te Devote

El himno Adoro te Devote es uno de los más bellos, célebres y piadosos con que los fieles cantan su amor a la Eucaristía. Se atribuye su composición a Santo Tomás de Aquino, y si bien no hay una prueba inapelable de que la autoría sea del Doctor angélico, se lo acredita a la genial inspiración del teólogo.

Es conocida la clásica versión gregoriana del himno, pero existen también muchas otras composiciones musicales eruditas o populares. Lástima que en ciertos medios católicos -por una simplificación indebida y fruto de una mala interpretación de los textos y del espíritu del Concilio Vaticano II- algunas manifestaciones de la piedad del porte del Adoro te Devote fueron subestimadas, cuando no sencillamente silenciadas. Pero, como sucede con el péndulo de un reloj, el movimiento retoma su envión y ahora vemos que se va volviendo a valorar lo que demasiado precipitadamente se dejó de lado.

El Adoro te Devote suma a la calidad teológica, la precisión de los términos. En esta meditación que ofrezco para este mes de abril, me permito simplemente traducir del latín al español los versos del himno. De un modo sencillo, rudimentario; sin pretender belleza literaria ni una eventual rima, apuntando a los conceptos. Por cierto, la traducción reduce la fuerza de los términos y el encanto poético. En cualquier caso, quien lea estas letras saldrá edificado y animado a acudir una vez más a la cita ante el Señor Sacramentado. Si eso se logra, pues ¡bien empleado estará el tiempo del que escribe y del que lee!

Imaginemos ahora ante nosotros a la blanca Hostia consagrada y leamos atentos los versos que siguen:

Te adoro con devoción, Dios escondido.

Verdaderamente oculto bajo estas apariencias.

A Ti se somete mi corazón por entero

Y se rinde completamente al contemplarte.

 

Al juzgar de Ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto

Pero basta el oído para creer con firmeza.

Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios,

Nada hay más verdadero que esta Palabra de verdad.

 

En la Cruz se escondía solo la divinidad,

Pero aquí también se esconde la humanidad.

Creo y confieso ambas cosas

Y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.

 

No veo las llagas como las vio Tomás

Pero confieso que eres mi Dios

Haz que yo crea más y más en Ti,

Que en Ti espere, que te ame

 

¡Oh memorial de la muerte de Cristo!

Pan vivo que da la vida al hombre;

Concédeme vivir de Ti

Y que siempre saboree tu dulzura.

 

Señor Jesús, bondadoso pelicano,

Límpiame a mí, inmundo, con tu sangre

De la que una sola gota puede liberar

De todos los crímenes al mundo entero.

 

Jesús, a quien ahora veo escondido

Te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:

Que al mirar tu rostro ya no oculto

Sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.

 

Hay en estas meditaciones mucha ciencia, piedad, y genialidad. A bien decir, el Adoro te Devote es un tratado eucarístico que va a lo esencial, ilustrando la mente e inflamando el corazón del adorador. Hagamos del himno una lectura orante. Y si nos animamos al canto en la modalidad gregoriana, estaremos proyectando en nuestro controvertido siglo XXI los tiempos en que el himno fue compuesto. ¡Pero se trata del siglo XIII! podrá decir algún lector. La Edad Media… ¿Y Por qué no?

1 de abril de 2011.- San Miguel de Sucumbíos, Ecuador

P. Rafael Ibarguren EP