¡Dublín!

¡Dublín!

Los Congresos Eucarísticos Internacionales son una extraordinaria manifestación de fe pública en la presencia real de Cristo. La iniciativa de estos eventos periódicos que movilizan a tantos fieles y para los cuales existe un departamento en el Vaticano -el Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales que preside el Arzobispo Piero Marini- no partió de la Santa Sede ni de la Jerarquía eclesiástica, sino de una laica francesa del siglo XIX enamorada de la Eucaristía, María Emilia Tamisier, que a través de Monseñor de Ségur hizo llegar su genial idea a León XIII, logrando sin dificultad su cometido.

Fue así que, bajo el pontificado de aquel Papa se realizó, en 1881, el primer Congreso Eucarístico Internacional en la ciudad de Lille, Francia. El próximo mes de junio tendrá lugar el Congreso número 50° en Dublín, Irlanda. En 130 años, ciudades como Lourdes, Barcelona, Jerusalem, Seúl, Bombay, Sydney, Nairobi o Rio de Janeiro han acogido este magno evento.

El siglo XIX, que conoció la mentirosa máxima de Nietzsche “Dios ha muerto”, asistió atónito a multitudes crecientes que se rendían ante suave yugo del Pan de los Ángeles. Durante el Siglo XX, que fuera tan familiarizado con cultos paganos que glorificaban a tiranos y a dictaduras anticristianas, los Congresos Eucarísticos Internacionales mostraron la fuerza de la fe y de la razón, unidas y vivas, en torno de la Hostia Santa por el testimonio de millones de fieles, de toda una opinión pública que involucró a las mismas autoridades civiles. En efecto, cada vez que se celebra un Congreso así, el país anfitrión se vuelca como un solo hombre para honrar al Divino Pastor y acoger a las ovejas de los más variados y lejanos rediles.

En nuestro naciente milenio, ya le cupo a Roma, a Guadalajara y a Quebec ser sedes de estos encuentros multitudinarios. En Junio le tocará a Irlanda, nación sufrida de tanto arraigo católico que, como Europa y el orbe entero, tanto precisa de regeneración.

La Federación Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia nació a la sombra o, mejor dicho, a la luz de estos Congresos Eucarísticos Internacionales. Como se sabe, en su seno están presentes asociaciones eucarísticas pertenecientes a diversas culturas y razas. Es durante estos Congresos que nuestra Federación realiza la Asamblea en la que se elije (o se re elije) a su presidente. Los Congresos Eucarísticos Internacionales son ocasión preciosa para que los adoradores del mundo entero se conozcan o se re encuentren y se relacionen, contagiándose su fervor.

El lema del 50° Congreso que se realizará en de Dublín es “La Eucaristía, encuentro con Jesús y entre nosotros”.  Este lema recoge una enseñanza de hace 50 años del Concilio Vaticano II: “En la fracción del pan eucarístico –señala la Lumen Gentium- compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con Él y entre nosotros. Puesto que el pan es uno, aunque muchos, somos un solo cuerpo todos los que participamos de un mismo pan. Así todos somos miembros de su Cuerpo y cada uno miembro del otro”.

Los Congresos Eucarísticos “deben considerarse como una estación (statio) esto es, como una pausa de compromiso y de oración, a la que una comunidad invita a la Iglesia universal o una iglesia local invita a las demás iglesias de toda una región, o de la misma nación o aun de todo el mundo, para que unánimemente se dediquen a considerar con mayor profundidad un determinado aspecto del misterio eucarístico ofreciendo así un homenaje de pública veneración, con el vínculo de la caridad y de la unidad. Tales congresos deben ser un signo auténtico de fe y de caridad por la plena participación de la Iglesia local y la presencia representativa de las otras Iglesias”. (Ritual de la Sagrada Comunión y del culto de la Eucaristía fuera de la Misa, n° 109).

El objetivo principal que tiene un Congreso Eucarístico es glorificar la presencia real de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo, y llevar a los fieles a nuevos compromisos para la evangelización. “Encuentro con Jesús y entre nosotros…”

Del primero de estos Congresos realizado en Lille participaron inscriptas unas 300 personas, animadoras de obras eucarísticas. En el último de Quebec, eran más de 20.000 los inscriptos. En Dublín se esperan a miles que representarán a más de 100 países. Verdaderas multitudes acuden a los actos públicos abiertos; por ejemplo, en el Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Buenos Aires en 1934, consta que participaron más de dos millones de fieles. Hoy, con las facilidades de las comunicaciones y de las trasmisiones instantáneas, las cifras de los que acompañan estos actos in situ o en su casa son incalculables.

Adoradores del mundo: acudamos a Dublín o acompañemos con nuestra oración y atención el 50° Congreso Eucarístico Internacional. Será una monumental “statio orbis” (lugar donde se congrega una multitud que hace visible la comunión de la Iglesia universal), una celebración complementaria de nuestro compromiso regular, individual y silencioso.

mayo de 2012.- San José de Costa Rica

P. Rafael Ibarguren EP