LAS GENERACIONES
ACTUALES SUFREN…
UNA CRISIS EXISTENCIAL
GENERALIZADA
Grandes transformaciones
se vivieron en el siglo XX.
Una “revolución cultural” de fondo religioso,
un proceso que fue repercutiendo en las generaciones
decenio a decenio.
Más cercano a nuestros días, las redes sociales
tuvieron un efecto determinante.
Del siglo pasado – considerado por el Concilio Vaticano II como un siglo de grandes transformaciones: “un período nuevo caracterizado por cambios profundos y acelerados” (GS, 4) -, que dejó tras de sí terribles consecuencias humanas y psicológicas, con millones de muertos y heridos en sus dos guerras mundiales, es primordial considerar la gran mudanza de mentalidad que nos ha legado: cambios en el modo de sentir y de vivir del hombre contemporáneo, abarcando el orden social, psicológico, moral y religioso, “una verdadera metamorfosis social y cultural” (Ídem).
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) marcó el fin de un tipo humano que se destacaba por un estilo de vida ordenada y una cultura llena de pensamientos.
Recorriendo los decenios, después de tantos horrores, aparece una forma nueva de vida incentivada por el cine concebido en Hollywood. Ese “espíritu hollywoodiano” iba preparando la calificada por el Papa Pablo VI, “civilización de la imagen”. El mundo cinematográfico iba repercutiendo en las generaciones preparando el camino para el surgimiento y expansión mundial del rock and roll, que electrizaría a la juventud, alejándola del pensamiento, siendo arrastrada únicamente por la excitación de los sentidos. Es preciso considerar, en este proceso revolucionario, el importante papel de la música que, con ritmos cada vez más alucinantes abría campo para nuevas tendencias y cambios de mentalidad, destacadamente en los adolescentes.
Avanzaba esta “revolución cultural” – que debemos decir es una revolución de fondo religioso -, contestando toda regla moral o social, por sus actitudes exteriores: vestimentas, presentación desarreglada y sucia, cabellos largos y desordenados. Era el “nuevo mundo” que aparecía.
Transformaciones que, al llegar a mayo 1968 con la llamada “Revolución de la Sorbonne”, en París, explotaron en las más radicales tendencias e ideas y en un libertinaje que dejaba sobresaltadas a las personas sensatas. El grafiti “es prohibido prohibir”, pintado en algunas paredes, patentizaba una revolución que se venía gestando tendencialmente en el interior del propio hombre, de forma oculta, desde los inicios del siglo XX, dando lugar a la aparición en escena del hippie.
Sería una ingenuidad considerar que esto fue una mera explosión juvenil universitaria y todo seguiría igual que antes. No fue así. Fue un cambio que repercutió en toda una generación y en las futuras. Todo avanzando hacia lo extravagante en el trato social, el vocabulario, las ropas y la presentación personal. Y, con el correr de los años, alimentado por la presencia de la televisión y de los aparatos electrónicos.
¡Grandes transformaciones! En ese recorrido dentro del Siglo XX, las generaciones que nacían – siempre influenciadas por el ambiente que les rodeaba -, comenzaron a ser etiquetadas. Se discute la diferenciación de las generaciones, algunos consideran que es artificial hacerlo por edades, otros destacan la llegada de la tecnología digital. Realmente parece innegable, como iremos viendo, la influencia del entorno en cada una de ellas. Los estudiosos las dividen en seis a partir de 1928.
Los Silents, nacidos entre 1928 y 1945 (hoy mayores de 80 años), crecieron entre las dos guerras, respetaban las reglas sociales especialmente el matrimonio monogámico, se los llamó de “silenciosos”.
Ya, a los que nacieron entre 1946 y 1964 se los rotuló como los Baby Boomers, pues incrementaron la natalidad en la post Segunda Guerra; marcados por la estabilidad y valores de orden, comenzaron a ser influenciados por la irrupción de la televisión y el impacto de la nueva música, el rock and roll.
En la década del sesenta surge la Generación X (1965 – 1980), se la señaló como escéptica, apática, autosuficiente. Era la época predigital, serían testigos del aparecer de la tecnología, asisten al puente que unía las últimas tecnologías analógicas con las digitales. El relacionamiento humano, aún, era un vincularse personalmente o por el teléfono, pero … fijo. Vivieron la que llamamos “revolución cultural” de cerca: los profundos cambios sociales, una estructuración de la familia más frágil, la aparición de una moda cada vez más estrafalaria e indecente, la debilitación de los principios morales, etc.
Como que preparados a ser continuadores de esta Generación X, en la década del 80, aparecen los singularmente llamados de Millennials o “Generación del milenio” (1981 – 1996), pues llegaron a su vida adulta en el cambio del milenio. Sus comportamientos sociales nacen en el predominio de las redes, hiperconectados, en una época de prosperidad económica, en hogares seguros y confortables. Es la primera generación influenciada por las computadoras personales, los teléfonos inteligentes, internet y la globalización de la información. Son blanco de comentarios despectivos considerándolos fracasados, perezosos, dependientes de sus padres, generación perdida o del smartphone, necesitan información instantánea de manera continuada, las redes es su hábitat natural.
Pero, los Millennials tienen sucesores, los calificados como la Generación Z o Centennials (1997 – 2010), la primera verdaderamente nacida en la era de la información. Los padres les ponen la pantalla a los 2 años o le dan el smartphone a los 9. No saben vivir sin la tecnología, no conciben un mundo sin acceso inmediato a internet y, por eso, tienen especial fluidez en el uso de la tecnología. Aprendieron sobre las pantallas antes de correr y jugar, “puro teclado”, los califican despectivamente algunos.
Vamos viendo que lo que realmente define una generación en su talante es la influencia del ambiente que la rodea. Las nuevas tecnologías dieron lugar a los predigitales y los posdigitales, y nos encontramos con la que llaman: “generación deprimida”, que hermana a los Millennials y los Centennials, a los nacidos entre 1981 y el 2010.
La mayoría de los expertos coinciden en que hay una cierta correlación entre el uso de las redes y el aumento de malestares psicológicos: depresión, desinterés de actividades que provocan placer, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, pérdida de energía, dificultad en concentrarse, sentimientos de inutilidad, pensamientos de suicidio. El uso de antidepresivos, las terapias psicológicas, la ansiedad y la tristeza, aumentan día a día.
¿Y qué decir de los nacidos después del 2010? Es la que enmarca los nacidos después del año 2010 hasta la actualidad, la Generación Alfa, que sobrelleva las consecuencias de la exposición ante las pantallas y se caracterizan por su sedentarismo. Nacen con el celular en sus manos.
Así vemos al adolescente común de nuestros días, que padece – ante la super valorización de las sensaciones – de una orfandad espiritual, desorientación, sin rumbo en la vida y hasta sin motivación de vivir. En ese aumento de contradicciones y desequilibrios viven una crisis existencial generalizada, en un mundo cada vez más alejado de Dios, sumergido en lo profano y sin esperanza. Que la Virgen y San José intercedan ante Jesús Nuestro Señor, para proteger los jóvenes y, a los no tan jóvenes…
La Prensa Gráfica, 22 de septiembre de 2024.
P. Fernando Gioia, EP.
Heraldos del Evangelio.